El punk rock mendocino tienen voces que no nacen de la moda, sino de la necesidad vital de expresarse. Viejo Obrero es una de ellas. Formada por amigos que venían de distintos proyectos musicales que se disolvieron con el tiempo, la banda encontró en este reencuentro una forma de mantener vivo lo que llaman su cable a tierra. La formación actual está integrada por Sergio “Hueso” Olguín (bajo y coros), Fede Galez (batería y coros), Pablo “Mecha” Sánchez (guitarra líder) y Marian Sotelo (guitarra y voz).
La banda también es reflejo de lo que significa hacer música en un contexto real, con familias e hijos de por medio. Cuentan entre risas que en los primeros ensayos, los pequeños acompañaban a sus padres a la sala. Todo parecía controlado, hasta que un día, luego de un ensayo muy productivo, abrieron la puerta para encontrarse con varios llorando porque nadie respondía a sus llamados. El punk, incluso en su crudeza, también se escribe con anécdotas familiares.
Musicalmente, Viejo Obrero apuesta al punk rock clásico: acordes cuadrados, directos, sin rodeos. Pero lo que los distingue es el contenido de sus letras, de carácter explícito y social, que hablan de injusticias cotidianas, luchas laborales, sentimientos personales y experiencias de vida. “Injusticia Laboral” es uno de los temas que mejor sintetiza ese espíritu: la voz de un obrero reclamando dignidad en un sistema que rara vez escucha.
El grupo se reconoce parte del under mendocino y valora profundamente la camaradería que se construye en ese circuito. “Siempre nos manejamos en el under, y ser parte ha significado encontrarnos con músicos que ponen su grano de arena para que entre todxs podamos sacar una fecha adelante”, dicen. No hay grandes escenarios, pero sí público fiel y cumplidos que los mantienen en pie.
Con apenas tres años de vida, Viejo Obrero nació en plena pandemia, lo que limitó sus primeros pasos. Sin embargo, no tardaron en hacerse notar. Una de sus presentaciones más recordadas fue en el show del Bananero en el Foxy, donde, pese a que el público asistía principalmente por el invitado estelar, la banda logró encender la sala y sostener un agite constante.
Actualmente, Viejo Obrero está en pleno proceso de grabación. Lo que iba a ser un disco de seis canciones terminó creciendo a diez, porque la urgencia de decir y sonar no se detiene. Con recitales al menos una vez al mes, se mantienen activos y con un objetivo claro: consolidarse con un material propio que represente su propuesta.
¿Qué puede esperar alguien que aún no los escuchó? La respuesta es sencilla: temas con los que se sentirán identificados, letras que retratan la vida cotidiana y un sonido directo, cuadrado y firme. En un mundo donde muchos géneros buscan complejidad o artificio, Viejo Obrero mantiene viva la esencia más pura del punk: la honestidad brutal.