En Mendoza, entre amplificadores que rugen y melodías que parecen susurrar desde otra dimensión, Primavera en Kyoto se abre paso en la escena under con un sonido que combina dulzura, distorsión y una honestidad desarmante. Shoegaze, punk y noise conviven en un proyecto que nació casi por accidente, pero que hoy se consolida como una de las propuestas más singulares del circuito alternativo cuyano.
La historia de Primavera en Kyoto no comenzó como banda, sino como una idea suelta. “La banda vino después que el proyecto”, cuenta su vocalista y guitarrista, quien en 2023 buscaba un escape a lo que no podía expresar con su proyecto anterior, Mia Wallace’s OD.
De esa búsqueda nacieron los primeros temas, Menta Granizada y Todo el Color, y con ellos, una nueva etapa. A la guitarra y voz se sumaron Mauro (bajo), Isma (batería) y Tulpa (guitarra y productor), quienes terminaron de dar forma al sonido envolvente que hoy caracteriza a Primavera en Kyoto.
“No recuerdo nada particular del primer ensayo —dice entre risas—, pero fue bastante fluido. Pensé que eso haría que los temas salieran bien… pero me equivoqué.”
El sonido de la banda tiene algo hipnótico: capas de guitarras que se cruzan como olas y una voz que flota entre la niebla. “Decir que no es shoegaze sería hipócrita —admite—. Nos gusta tocar fuerte, lo cual cuadra con la intensidad del género. Además, soy un pésimo cantante, así que que no se entienda la voz también me viene al pelo. Si nos ves en vivo, diría: ruidoso, pero tierno.”
Para ellos, ser parte del under ya no se trata de una etiqueta: es un estilo de vida.
“Hace tantos años que estamos en esto que ya no pensamos en qué significa. Así como tocamos juntos, somos amigos. Ya no vemos el under como ‘el under’, sino como estar con tu gente. Es algo que fuimos construyendo con el tiempo.”
En esa simpleza está su fuerza: sin pretensiones, sin fórmulas. Solo música y comunidad.
“Me encantaría poder decir que hay un mensaje, pero la verdad no hay uno en específico”, confiesan. “Si transmitimos algo, es el hazlo tú mismo (DIY), pero no como bandera, sino porque es la única forma que conocemos de hacer las cosas.”
Entre las influencias personales, aparecen nombres que van de Sunny Day Real Estate y Title Fight hasta Hum, Basement y Smashing Pumpkins. El resultado es un sonido que se siente familiar, pero fresco; nostálgico, pero vivo.
Sobre la realidad local, son sinceros: “Tener un lugar cultural en Mendoza es muy difícil, eso se sabe. Pero siempre aparece alguno. Tocamos donde se pueda, mientras haya espacio y baño (opcional)”, bromean.
Una de sus anécdotas favoritas ocurrió en un show junto a Amidala y Novideo, donde el público terminó levantando al vocalista para que cantara arriba de todos. “La música es intensa, pero no sé si se prestaba para eso. Se veía muy hardcore.”
De todas sus canciones, Menta Granizada sigue siendo la favorita. “Es la única que pasan los meses o años y todavía no me cansa”, confiesa el vocalista.
Y sobre el futuro, no hay planes rígidos: “Queremos sacar los temas que faltan y grabar nuevos. Quizás en diez años seguimos tocando o quizás lo dejamos el año que viene. Mientras esto nos siga llenando, lo vamos a seguir haciendo.”
Cuando se les pregunta qué le dirían a alguien que nunca los escuchó, la respuesta es tan despojada como su música:
“La verdad, nada. Si quieren venir, vengan.”
Y en esa frase sencilla se resume todo: Primavera en Kyoto no necesita gritar para llamar la atención. Solo existe, florece en su propio tiempo, y deja que el ruido hable por ellos.
Por @jukarosales